PRIMERA INVASIÓN DE LUGO, AÑO DE 1494
Para poder entender el largo desarrollo de la "conquista" de Tenerife, tenemos que referirnos a las continuas escaramuzas e intentos de los españoles, pero que según nos cuenta Nuñez de la Peña, nunca llegaron a constituir una armada unida para este caso:
D. Leadro Serra y Moratín, nos refiere en relación a la esta primera expedición que Dn. Alonso Fernández de Lugo, llego a isla de Gran Canaria a principios de 1494, de vuelta de la conquista de la isla de La Palma, y una vez en el Real de las Palmas trató de alistar nuevos soldados, para reforzar su ejercito, con objeto de preparar una fuerte expedición hacia la conquista de Tenerife:
El desembarco de Dn. Alonso Fernández de Lugo y sus hombres lo realizaron por la playa de Añaza, hoy en día Barranco de Santos y antiguo barrio del Cabo, encontrando al principio una escasa resistencia por parte de algunos guanches de la zona. Lo primero que hizo el de Lugo fue implantar la Cruz de la conquista en las playas de Añaza, tomando posesión de la isla en nombre de los Reyes Católicos. Acto seguido conmino a sus hombres a la construcción de un fuerte, construido con piedra seca, a modo de defensa improvisada, en las inmediaciones de la actual plaza de San Telmo, pues sabia que la reacción de los guanches no se haría esperar en cuanto se corriera la voz de su desembarco. Según D. Juan de Bethencourt Alfonso:
Según nos informa D.Juan de Bethencourt Alfonso, existieron encuentros secretos entre los menceyes de Güímar, Anaga y Dn. Alonso Fernández de Lugo, preparando este ultimo la invasión de la isla, aprovechando las malas relaciones que existía entre los menceyatos de Güímar y Anaga, con el de Tahoro, por la desmedida ambición de este. Mantuvieron varios contactos por lo que nos dice D.Juan de Bethencourt Alfonso, de los cuales solo Añaterve fue al final el único que mantuvo su postura en contra del de Tahoro, pero no dando al de Lugo todo su apoyo, quedándose a la espera de acontecimientos no queriendo tomar iniciativa alguna. Beneharo viendo peligrar el patrio suelo se avino a las armas en contra de los castellanos y a favor del Mencey Bencomo.
Según esto D. Alonso Fernández de Lugo, temía que el mencey Bencomo pudiera unificar las fuerzas guanches, por que si se producía ese hecho la posición española en la isla se vería seriamente comprometida. Por lo que ordeno a sus tropas realizar el día 4 de mayo, un reconocimiento ofensivo en dirección a La Laguna. |
El día 3 de mayo, Dn. Alonso Fernández de Lugo, en el Real de Santa Cruz, celebro la primera festividad de la Cruz en nuestra isla, festividad que desde entonces se viene celebrando hasta hoy en día. Sobre este hecho, reproduzco un poema de D. Tomás Chávez Mesa, poeta canario el cual desarrolla una gran labor en el conocimiento de nuestras costumbres e historia en su obra, de la que encontrareis su bibliografía pulsando aquí.
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Mientras tanto Bencomo alertado por sus hombres del desembarco de los españoles, encomendó a un sigoñe (capitán), le informara de las fuerzas, numero y demás condiciones del ejercito español.Tras el informe recibido del sigoñe, Bencomo comprendió el peligro que la presencia de tal poderoso ejercito cernía sobre su menceyato. Tras reunirse con el Gran Tagoro, decidió reunir en un Tagoro internacional a todos lo menceyes de la Isla. Y para tener juicios de valor con el que tomar una decisión en el Tagoro internacional se reunió con D. Alonso Fernández de Lugo.
Tal vez resulte extraño la decisión de Bencomo de realizar el Tagoro internacional, dada las malas relaciones que existía entre los menceyatos, pero era practica antigua que estuvieran en paz o en guerra se hiciera causa común frente a la posible invasión exterior y ni por una sola vez se había faltado a este tratado.
Se dio la coincidencia que marchando Bencomo la mañana del 4 de mayo, acompañado de su hermano el infante Tinguaro y una escolta de 400 guanches, se encontró con las tropas españolas, que realizaban el reconocimiento mandado por el de Lugo el día anterior.El encuentro según la tradición fue el Gracia. Y según cuentan los cronistas el ejercito español se sorprendió del encuentro y se dispusieron a tomar posiciones ante posibles hostilidades de los guanches, por lo que viendo el Mencey Bencomo el atropello de las tropas españolas comento:
«Poco valor he notado en éstos que pretenden conquistar nuestra tierra, pues apenas nos vieron cuando se han alborotado y quedando de pie como helados».
Esto que cuentan los cronistas, no casa con la personalidad del mencey, por ser este un estratega y sabedor de las ventajas de la disciplina militar y conocedor de las armas europeas.
Al encontrase Bencomo como a tiro de espigarda dejo la escolta y se adelanto únicamente acompañado de Tinguaro , haciendo señales de paz, es decir, abriendo los brazos en cruz y después cruzándolos sobre el pecho. Entonces el general Lugo mandó a su encuentro a tres intérpretes, entre ellos a Guillén Castellano. Puestos al habla preguntó el mencey qué intención traía el jefe de aquella tropa al invadir su tierra; a lo que contestó Castellano en nombre del general:
«Que a procurar su amistad, a requerirles se hicieran cristianos y que sometieran al rey de España, que los tomaría bajo su amparo y protección».
Cuéntan que Bencomo, con gran dignidad y reprimiendo la cólera a duras penas, replicó:
«Que aceptaba la paz y la amistad a condición de que dejaran el país; que no sabían que era ser cristianos, que se informarían y resolverían con mejor acuerdo; y que en cuanto de someterse a otro soberano ..., había nacido rey y rey moriría».
Así terminó la entrevista retirándose Bencomo profundamente indignado por la osadía de aquellos extranjeros; dejando al general Lugo la impresión de que se las había con un bárbaro inteligente, de carácter, enérgico y gran soberano.
Ya reunidos los menceyes en el Tagoror internacional, Bencomo de Taoro, Beneharo de Anaga, Acaymo de Tacoronte, Belicar de Icod, Romen de Daute, Pelinor de Adeje y Adjoña de Abona, solo faltaba Añaterve de Güímar, por no haberle invitado Bencomo dado que él representaba al derrocado mencey. Esto preocupo y disgusto profundamente a los demás menceyes, ya que según la tradición, en estas ocasiones, se debían a la defensa de la tierra y cualquier tipo de disputa o guerra era olvidada en beneficio de la defensa de la patria. La postura inflexible del de Taoro puso en contra a los demás menceyes, pues creían que las ambiciones de poder de Bencomo no tenían limite y que sus reinos corrían peligro. El tagoro se disolvió separándose los menceyes airados, enemistados y más recelosos unos de otros, proclamando los confederados que cada nación cuidara de su propia defensa antes que entregarse a la tiranía de un ambicioso.
El pueblo de Güímar que esperaba con expectación la resolución del tagoro y que hasta entonces había eludido comprometerse en firme con los españoles, rompió en alaridos de odio y venganza reconociendo por unanimidad oficialmente el 6 de Mayo la soberanía de la Corona de Castilla.
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