sábado, 15 de diciembre de 2007

PRIMERA INVASIÓN DE LUGO, AÑO DE 1494

PRIMERA INVASIÓN DE LUGO, AÑO DE 1494

Para poder entender el largo desarrollo de la "conquista" de Tenerife, tenemos que referirnos a las continuas escaramuzas e intentos de los españoles, pero que según nos cuenta Nuñez de la Peña, nunca llegaron a constituir una armada unida para este caso:

«Algunas entradas hicieron pero de poco provecho. El que más hizo fue Dn. Alonso Fernández de Lugo, que era Alcaide de la torre de Lagaete y de allí salía algunas veces y entraba en Tenerife en partes remotas, en donde hacía algunas presas de poca consideración. Dn. Alonso Fernández de Lugo determinóse pasar a España a pedir licencia a su Majestad para conseguirla a su costa, que él buscaría quien le ayudase. Fuéle concedida la licencia que pedía y por mandato de sus Majestades los Reyes Católicos Reyes Fernando y Dª. Isabel, se le otorgaron escrituras de concierto y asiento sobre las condiciones de la conquista, y le dieron título de Capitán General de ellas desde el cabo de Aguer hasta el de Bujador, en las partes de África; y que habiendo conquistado las dichas islas de Tenerife y La Palma, sus Majestades nombrarían persona que con él entendiese en el repartimiento de sus tierras y heredamientos, como más bien se especifica en la conducta; su fecha año de 1493 ».

«Conseguida esta merced por Dn. Alonso Fernández de Lugo, habló a algunos caballeros poderosos de España si querían ayudarle en la conquista, que partiría con ellos de las presas de ganado y cautivos que se hiciese y entrarían en parte según el caudal con que cada uno entrase»

«Hernando del Hoyo, paje de su Majestad, le ayudó con cantidad de dinero y hicieron escritura de compañía y otras personas. Con estos y más que el general tenía del valor de un ingenio de azúcar que en Canaria había vendido, compró bastimentos y armas, y puso cuatro banderas en Sevilla para ajuntar gente. A la fama de la conquista se alistaron muchos soldados y se allegaron muchos nobles sin interés de paga y deudos suyos; y algunos que tenían parientes de los primeros conquistadores que habían ido a Lanzarote y Fuerteventura y demás islas con Bethencourt»

«Pasaron el general y sus capitanes y soldados a Cádiz, en donde estaban prevenidos dos navíos para el viaje. Salieron del puerto y aportaron a la isla de Gran Canaria; y dando cuenta a las demás islas conquistadas para si le querían ayudar, algunos vinieron en su compañía con mucha voluntad de que todas las islas estuviesen de católicos y a la obediencia de los Reyes de Castilla».

D. Leadro Serra y Moratín, nos refiere en relación a la esta primera expedición que Dn. Alonso Fernández de Lugo, llego a isla de Gran Canaria a principios de 1494, de vuelta de la conquista de la isla de La Palma, y una vez en el Real de las Palmas trató de alistar nuevos soldados, para reforzar su ejercito, con objeto de preparar una fuerte expedición hacia la conquista de Tenerife:

«A principios de 1494 llegó a Canaria Dn. Alonso Fernández de Lugo con la mayor parte de las tropas que le habían acompañado en la conquista de la isla de La Palma, y una vez en el Real de las Palmas trató de alistar nuevos soldados a sus banderas, con objeto de pasar a Tenerife con una fuerte expedición, para lo que vendió algunos bienes que le quedaban en Galdar; y auxiliado de Lope Hernández de la Guerra, Hernando de Trujillo, Jerónimo Valdés, Andrés Suárez Gallitano, Pedro de Vergara y Solórzano del Hoyo, reunió seis compañías de infantería española con unos 600 hombres, cuatro de naturales de las otras islas conquistadas con unas 400 plazas, incluyendo los 70 canarios de la parentela de Dn. Fernando Guanarteme y ciento y pico de hombres, formando un total de 1.000 infantes y 125 jinetes, incluidos los jefes».

«Lista la expedición y embarcados hombres, víveres, caballos y armas, en 15 bajeles se dio a la vela para Tenerife el viernes 30 de Abril a las 4 de la tarde. Al amanecer del siguiente día, 1º de Mayo de 1494, la flota española se encontraba frente a los montes de Anaga, dando fondo a las 6 de la mañana en la rada de Añaza».

El desembarco de Dn. Alonso Fernández de Lugo y sus hombres lo realizaron por la playa de Añaza, hoy en día Barranco de Santos y antiguo barrio del Cabo, encontrando al principio una escasa resistencia por parte de algunos guanches de la zona. Lo primero que hizo el de Lugo fue implantar la Cruz de la conquista en las playas de Añaza, tomando posesión de la isla en nombre de los Reyes Católicos. Acto seguido conmino a sus hombres a la construcción de un fuerte, construido con piedra seca, a modo de defensa improvisada, en las inmediaciones de la actual plaza de San Telmo, pues sabia que la reacción de los guanches no se haría esperar en cuanto se corriera la voz de su desembarco.

Según D. Juan de Bethencourt Alfonso:

«Mientras las tropas se ocupaban con febril actividad a ponerse al abrigo de un golpe de mano, dispuso el general en la misma mañana que el capitán de a caballo Gonzalo del Castillo, con 20 jinetes y 30 peones, practicara un reconocimiento hasta la vega de la laguna, de donde retornó con algún ganado que pudo apresar; a la vez que dio lo comisión al ex rey de Canaria D. Fernando Guanarteme, fuera a requerir a Beneharo, mencey de Anaga, del que estaba desconfiado se le incorporara en virtud del tratado secreto que tenían; no enviando ningún recordatorio a Añaterve de Güímar por haber recibido una embajada de salutación».

Según nos informa D.Juan de Bethencourt Alfonso, existieron encuentros secretos entre los menceyes de Güímar, Anaga y Dn. Alonso Fernández de Lugo, preparando este ultimo la invasión de la isla, aprovechando las malas relaciones que existía entre los menceyatos de Güímar y Anaga, con el de Tahoro, por la desmedida ambición de este. Mantuvieron varios contactos por lo que nos dice D.Juan de Bethencourt Alfonso, de los cuales solo Añaterve fue al final el único que mantuvo su postura en contra del de Tahoro, pero no dando al de Lugo todo su apoyo, quedándose a la espera de acontecimientos no queriendo tomar iniciativa alguna. Beneharo viendo peligrar el patrio suelo se avino a las armas en contra de los castellanos y a favor del Mencey Bencomo.

Las noticias con que volvió D. Fernando Guanarteme respecto a la actitud del mencey Beneharo no eran favorables; y por esto al siguiente día, 2 de mayo, tornó Guanarteme a dar con el mencey de Anaga y consiguió viniera al Real de Santa Cruz a celebrar una conferencia con el general Lugo , del que resultó serían enemigos. También el mismo día había ordenado el general al capitán Martín de Alarcón, que con 60 soldados de a pie y de a caballo llevara sus exploraciones hasta descubrir el Valle de Tegeste, de donde regresó con la nueva de que no encontró ser viviente en el camino.

Según esto D. Alonso Fernández de Lugo, temía que el mencey Bencomo pudiera unificar las fuerzas guanches, por que si se producía ese hecho la posición española en la isla se vería seriamente comprometida. Por lo que ordeno a sus tropas realizar el día 4 de mayo, un reconocimiento ofensivo en dirección a La Laguna.

El día 3 de mayo, Dn. Alonso Fernández de Lugo, en el Real de Santa Cruz, celebro la primera festividad de la Cruz en nuestra isla, festividad que desde entonces se viene celebrando hasta hoy en día.

Sobre este hecho, reproduzco un poema de D. Tomás Chávez Mesa, poeta canario el cual desarrolla una gran labor en el conocimiento de nuestras costumbres e historia en su obra, de la que encontrareis su bibliografía pulsando aquí.

A LA ISLA DE LAS CRUCES
¡La isla de los calvarios,
con pretensión de conquista,
Tenerife es un infierno
de bendiciones ¡malditas...!!
¡Dispensen: digo malditas
porque a ningún santo inspira
un rosario de mentiras...;
cuenta tras cuenta una cita
de farsantes y traidores...!
¡Oh, cruces, de los dolores,
que a mi Pueblo crucifican
y a Jesús descalifican;
en sus sagradas misiones...!
¡Ah!:
¡No injurio a la Cruz de Cristo
-¡líbreme Dios de tal tino!-;
mas, si, me resulta impío
su agente, el Sr. Obispo:
dignificando al bandido
que verdugo era su oficio;
¡"un tal...", Fernández de Lugo...!!

Mientras tanto Bencomo alertado por sus hombres del desembarco de los españoles, encomendó a un sigoñe (capitán), le informara de las fuerzas, numero y demás condiciones del ejercito español.Tras el informe recibido del sigoñe, Bencomo comprendió el peligro que la presencia de tal poderoso ejercito cernía sobre su menceyato. Tras reunirse con el Gran Tagoro, decidió reunir en un Tagoro internacional a todos lo menceyes de la Isla. Y para tener juicios de valor con el que tomar una decisión en el Tagoro internacional se reunió con D. Alonso Fernández de Lugo.

Tal vez resulte extraño la decisión de Bencomo de realizar el Tagoro internacional, dada las malas relaciones que existía entre los menceyatos, pero era practica antigua que estuvieran en paz o en guerra se hiciera causa común frente a la posible invasión exterior y ni por una sola vez se había faltado a este tratado.

Se dio la coincidencia que marchando Bencomo la mañana del 4 de mayo, acompañado de su hermano el infante Tinguaro y una escolta de 400 guanches, se encontró con las tropas españolas, que realizaban el reconocimiento mandado por el de Lugo el día anterior.El encuentro según la tradición fue el Gracia. Y según cuentan los cronistas el ejercito español se sorprendió del encuentro y se dispusieron a tomar posiciones ante posibles hostilidades de los guanches, por lo que viendo el Mencey Bencomo el atropello de las tropas españolas comento:

«Poco valor he notado en éstos que pretenden conquistar nuestra tierra, pues apenas nos vieron cuando se han alborotado y quedando de pie como helados».

Esto que cuentan los cronistas, no casa con la personalidad del mencey, por ser este un estratega y sabedor de las ventajas de la disciplina militar y conocedor de las armas europeas.

Al encontrase Bencomo como a tiro de espigarda dejo la escolta y se adelanto únicamente acompañado de Tinguaro , haciendo señales de paz, es decir, abriendo los brazos en cruz y después cruzándolos sobre el pecho. Entonces el general Lugo mandó a su encuentro a tres intérpretes, entre ellos a Guillén Castellano. Puestos al habla preguntó el mencey qué intención traía el jefe de aquella tropa al invadir su tierra; a lo que contestó Castellano en nombre del general:

«Que a procurar su amistad, a requerirles se hicieran cristianos y que sometieran al rey de España, que los tomaría bajo su amparo y protección».

Cuéntan que Bencomo, con gran dignidad y reprimiendo la cólera a duras penas, replicó:

«Que aceptaba la paz y la amistad a condición de que dejaran el país; que no sabían que era ser cristianos, que se informarían y resolverían con mejor acuerdo; y que en cuanto de someterse a otro soberano ..., había nacido rey y rey moriría».

Así terminó la entrevista retirándose Bencomo profundamente indignado por la osadía de aquellos extranjeros; dejando al general Lugo la impresión de que se las había con un bárbaro inteligente, de carácter, enérgico y gran soberano.

Ya reunidos los menceyes en el Tagoror internacional, Bencomo de Taoro, Beneharo de Anaga, Acaymo de Tacoronte, Belicar de Icod, Romen de Daute, Pelinor de Adeje y Adjoña de Abona, solo faltaba Añaterve de Güímar, por no haberle invitado Bencomo dado que él representaba al derrocado mencey. Esto preocupo y disgusto profundamente a los demás menceyes, ya que según la tradición, en estas ocasiones, se debían a la defensa de la tierra y cualquier tipo de disputa o guerra era olvidada en beneficio de la defensa de la patria. La postura inflexible del de Taoro puso en contra a los demás menceyes, pues creían que las ambiciones de poder de Bencomo no tenían limite y que sus reinos corrían peligro. El tagoro se disolvió separándose los menceyes airados, enemistados y más recelosos unos de otros, proclamando los confederados que cada nación cuidara de su propia defensa antes que entregarse a la tiranía de un ambicioso.

El pueblo de Güímar que esperaba con expectación la resolución del tagoro y que hasta entonces había eludido comprometerse en firme con los españoles, rompió en alaridos de odio y venganza reconociendo por unanimidad oficialmente el 6 de Mayo la soberanía de la Corona de Castilla.

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