TINAJO
Superficie: 135,30 Km2.
Altitud: 195 mts.
Escudo de Tinajo
Historia.-
En 1650 Tinajo contaba con casi un centenar de habitantes. En 1679 ya se contaba con una pobre ermita, bajo la advocación de San Roque, que fue ampliada en 1738 y convertida posteriormente en segunda parroquia el 29 de junio de 1792 por el prelado don Antonio Tavira y Almazán. Sobre el año 1827 se compra la imagen de la Candelaria, concertada a don Fernando Estévez.
Gran redentor de Tinajo fue don Tomás Rodríguez, quien haciendo pruebas en sus propios terrenos demostró que las tierras enarenadas valían para la agricultura. Tampoco podríamos olvidar que don Tomás era un cura y como tal, veía todos los días a los enfermos y realizaba las funciones de un cura de pueblo de aquellos entonces. Tras las demostraciones de don Tomás los agricultores clavaron sus uñas en la tierra y comenzaron a cultivar y crear una agricultura en Tinajo que se creía imposibles años atrás.
Hoy.-
En la actualidad, sigue existiendo esa devoción por la Virgen de los Dolores. Fiestas principales 16 de Agosto San Roque y 15 de Septiembre Virgen de los Volcanes (de los Dolores).
Mancha Blanca.-
En 1736, fecha de las erupciones volcánicas, un franciscano, el P. Guardián, convoca y calma al pueblo para organizar una rogativa portando la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, y dirigirse al encuentro de las corrientes de lavas. La fervorosa procesión se situó en la Montaña de Guiguán y allí prometieron solemnemente construir una ermita a la Señora si ella conseguía contener la desolación que se estaba consumando. Un individuo decidido y valiente, abrazado a una cruz de tea, se adelantó cuanto pudo al hirviente magma y clavó la cruz mientras los presentes lloraban y rogaban con fe titánica. Cuando el río de lava llegó a los pies de la cruz, aquél se detuvo, dejando de sepultar nuevas tierras y desviándose hacia las petrificadas escorias de anteriores erupciones. El 16 de abril de 1736 cesaron las terribles e inolvidables erupciones.
Las promesas hechas a la Virgen en días aciagos y desesperantes, se olvidaron tan pronto como los insulares tuvieron paz y tranquilidad. Tinajo solo contaba con un par de ricos entre los que contaba Juan Antonio Acosta, padre de Juana Rafaela Acosta pastorcilla de cabras de tan solo nueve años de edad (año 1774).
Cuidaba la niña las cabras un dia cuando una mujer enlutada la saludó amablemente y le dijo: "Niña, ve y diles a tus padres que cumplan los vecinos la promesa de construir la ermita, pues de lo contrario correrá el volcán de nuevo". La niña contó este encuentro a sus padres los cuales no la creyeron y riñieron por tales embustes. Dias mas tarde, la niña vuelve a ver a la mujer que le dice el mismo recado, pero ella se niega alegando que sus padres la castigan por no creerla.. Pero, la Santísima Virgen, que no era otra la mujer de luto, puso su mano sobre los hombros de la niña diciéndole: "Ve, ahora te creerán". Los padres de Juana Rafaela se quedaron atónitos y sin habla, sorprendidos de ver la sombra morada, en forma de fina y bien proporcionada mano, que mostraban los hombros de la niña. A Juana Rafaela la llevaron al templo matriz para mostrarle las diversas imágenes de la Virgen, y en la de Nuestra Señora de los Dolores la niña reconoce a la mujer enlutada. A partir de ese momento todos los vecinos, ricos y pobres, se afanarán por edificar la ermita prometida en aquellas casi ya lejanas fechas de angustia y desolación. La terminación de la obra duraria alrededor de 10 años. Desde el milagroso acontecimiento que corrió de boca en boca por toda la isla, la devoción hacia la Virgen de los Dolores mostraba a vecinos aportando limosnas para el culto y conservación de la ermita, bien en dinero, productos del país o cesión de terrenos.
El 31 de julio de 1824, a las siete de la mañana eruptó el volcán de la Capellanía del Clérigo Duarte, entre Tao y Tiagua. Los vecinos constituyeron una procesión encaminada desde Guiguan hacia la Vegueta. Llegando a las faldas de Tamia, por el camino del Tiagua a Tao, todos los concurrentes, rodilla en tierra, imploraron a Nuestra Señora que no permitiera que las tierras fueran de nuevo desoladas y sus bienes malparados. Al rato el volcán dejó de vomitar lava para expulsar solo columnas de humo. Tras este nuevo milagro a la Virgen de los Dolores se la proclamo como Señora de los Volcanes.
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