martes, 11 de diciembre de 2007

Feria de artesanía: ¿Defensa de nuestra Cultura Popular?

Artesano

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Feria de artesanía: ¿Defensa de nuestra Cultura Popular?

Manuel Afonso García* La globalización cada vez se hace más evidente en nuestra sociedad. En cualquier parte del mundo se viste igual, se oye la misma música, se admiran los mismos ídolos, se comen los mismos menús y se desarrollan prácticamente los mismos valores. Sin embargo, paralelamente a este movimientos de homogeneizarlo todo se ha ido creando otro que valora todo aquello que es distinto y que identifica lo particular, lo específico de cada grupo o lugar. Así, ahora, se valoran los lenguajes autóctonos, el folclore, la gastronomía de cada pueblo, las fiestas populares y, por supuesto, la artesanía propia de cada lugar.

El aislamiento de nuestro archipiélago le ha obligado a desarrollar durante los cinco siglos de su historia una amplia variedad de labores artesanales que podemos considerar como únicas y distintas a las del resto del territorio nacional e incluso del resto del continente. Una visita a la Feria Regional de Artesanía que se celebra en el Reciento Ferial de Tenerife nos puede ilustrar de todo ello.

Si existe un trabajo artesano en nuestras islas que reúna características que lo hagan diferente al que se realiza en otros lugares es el de la cerámica tradicional. Como ya describí en mi libro Greda, nuestra cerámica tradicional reúne una serie de características diferenciadoras como: el propio barro, muy plástico, al que se hace necesario añadirle un alto contenido en desgrasante de origen volcánico; el color rojizo intenso; el almagre; su elaboración a mano y sin torno en un proceso de varios días y su cocción o “guisado” en el que la madera está en contacto directo con las vasijas y que suele dejar esas peculiares marcas oscuras, por citar sólo algunas de las más importantes, junto con su origen directamente relacionado con nuestros aborígenes guanches.

Del mismo modo que estas peculiaridades pueden dar un alto valor al producto, también es verdad que lo hacen poco rentable por no decir que económicamente inviable. Dedicarse profesionalmente a la producción de cerámica tradicional no tiene actualmente ningún aliciente, y mucho menos económico. A las dificultades de un proceso lento, costoso, complejo y realmente difícil hay que unir otras como un gran desconocimiento de los materiales, la poca actualización en técnicas que puedan acelerar el proceso de elaboración, la cocción en hornos que no permiten alcanzar la temperatura apropiada, la difícil distribución de los materiales,…

¿Qué hacer ante estas dificultades? ¿Qué labor están realizando nuestras instituciones públicas en la promoción de nuestra cerámica y de nuestros alfareros? ¿Se considera importante la defensa y el desarrollo de esta artesanía?

Indudablemente el trabajo a realizar para poder promocionar la artesanía y en concreto la cerámica es muy complejo y requiere de actuaciones paralelas y a muy largo plazo: formación de los artesanos, investigación sobre los materiales y los procesos, ayuda para la dotación de maquinaria y otros medios a los talleres, promoción, información,… a pesar de lo cual no parece que se va a conseguir una rentabilidad de tipo material pero que no justifica que algo que ha sido tan importante y tan definitorio de nuestra cultura pueda desaparecer. ¿Acaso no se subvencionan otras áreas de nuestra cultura popular?

Si la Feria de Artesanía es una muestra de cómo valora nuestra Administración la Cerámica Tradicional de nuestra tierra sólo tenemos que pasarnos por el espacio reservado al Cabildo Insular de Tenerife donde la primera institución insular nos muestra “en vivo” el trabajo de cerámica hecha a torno. Lamentable “bofetada” que los compañeros alfareros que luchan por “sobrevivir” en medio de grandes dificultades han recibido oficialmente de nuestra institución anfitriona.

Lo menos que se puede esperar de unos políticos que se suponen aman a nuestra tierra es defender lo nuestro, máxime cuando lo nuestro reúne unas peculiaridades por las que merece la pena luchar.

Este hecho, quizá aislado, pero vergonzoso y sintomático de lo que está sucediendo con nuestra artesanía debería ser un punto de inflexión para tomar cartas en el asunto y comenzar a aplicar políticas serias y eficaces a largo plazo en defensa de todo aquello que nos identifica.

* Maestro jubilado, artesano alfarero y autor del libro “Greda, Manual de Alfarería Popular Canaria”.

fuente: canarias al día

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