viernes, 7 de diciembre de 2007

¿Qué infidelidad?


¿Qué infidelidad?

-Edgar, ¡te olvidaste otra vez!
-¿De qué, Alexandra?
-¡Hoy cumplimos 5 años de casados!
- Pe... pe... pero, ¿cómo me voy a olvidar de eso?
- Quiero que me lleves a cenar, a ver un buen espectáculo y a bailar.
- ¡Justamente eso era lo que tenía planeado!
- Bueno, quiero que me lleves al Gold Finger.
-¿Quéeee? ¿Estás loca? ¡Eso es un antro!
- ¡Edgar! ¡Quiero que me lleves ahí y punto!
Y fueron... Apenas llegaron, el valet dijo:
- Buenas, ¿cómo le va caballero? ¡Qué bueno verlo otra vez!
La mujer saltó sorprendida:
-¿Qué dice éste? Dijo que qué bueno verte otra vez. ¿Has venido?
-¿Yo? ¿Pero estás loca? ¿A este antro? Le dicen a todos lo mismo. Estos lugares son así.
Llegaron a donde el portero:
- Señor Murillo... ¡Qué gusto!
- Te dijo Señor Murillo... ¡Te conoce!
- ¿Ehhh?... Y cómo no me va a conocer, si este tipo trabaja en el edificio de mi oficina. Es el electricista del edificio.
Ya adentro, los recibió Alex, el gerente:
- ¡Como está Dr. Murillo! ¿La mejor mesa, como siempre, verdad?
-¿Este también es electricista en tu oficina Edgar? ¡Te voy a matar!
- No... ehh... no, ¡este señor me conoce porque es el que me vendió la camioneta Explorer que te compré!
- Edgar, me estás ...
En ese momento apareció la vendedora de cigarrillos:
- ¡Mi reeeeeeeeyy! ¿Te doy tu cohiba?- la cigarrera se puso el habano entre los pechos - ¡Méteme la manita, mi amor, y saca tu habanito!
Alejandra estaba a punto de matar a su marido cuando se apagaron las luces. Edgar y su mujer se sentaron y empezó el espectáculo. Apareció una mujer super sensacional que empezó a hacer un strip-tease. Cuando se quedó sólo con la tanguita se acercó a la mesa de Edgar y, cariñosísima, preguntó a toda la concurrencia:
- Y ahora, ¿quien me va a sacar la tanguita?
Todos los presentes gritaron a coro:
-¡Se vivee, se siente, Edgar con los dientes! ¡Se vive, se siente, Edgar con los dientes!
Alejandra no aguantó más. Salió corriendo y se metió en un taxi. Edgar la siguió dentro del vehículo. La mujer empezó a pegarle y trató de arrojarlo fuera.
-¡Eres el cabrón más grande de toda la historia!
Alejandra se sacó un zapato e, histérica, comenzó a pegarle en la cabeza y a gritarle groserías. El taxista se dio la vuelta y dijo:
-Mire que hemos llevado putas locas, Don Edgar... ¡Pero, como ésta, ¡ninguna!

No hay comentarios: