lunes, 17 de diciembre de 2007
ME MUERO DE SED
En un caluroso, sofocante y polvoriento tren, desprovisto de agua y apretujado de pasajeros, viajaba Mordejai, un anciano judío, frente a un forastero.
-"Oy"- Dijo Mordejai por nonagésima vez durante el trayecto -"Me muero de sed".
El forastero hizo muecas de desagrado de tanto escuchar la misma queja de Mordejai.
-"Que tremenda sed tengo"- Repitió nuevamente Mordejai, con voz enronquecida de tanto quejarse.
Al forastero se le crispaban los nervios y estaba apunto de estallar al oír otra vez la queja de Mordejai.
-"Oy. ¡Que sed tengo y no hay agua en este tren!". Exclamo nuevamente Mordejai.
En ese instante el tren se detuvo frente a una estación de ferrocarril. El forastero se bajó del tren y corrió a la estación. Al poco rato regresó con un vaso grande lleno de agua fresca y se la paso a Mordejai, gritándole:
-¡Aquí tiene, beba!.
-Gracias- Dijo Mordejai y se bebió toda el agua que contenía el vaso.
En cuanto el tren continuo su marcha, el forastero se acomodo en su asiento dispuesto a disfrutar de la tranquilidad que bien se la había ganado, durante todo el resto del viaje.
Pero al poco rato la quietud fue rota por un profundo suspiro de Mordejai, quien exclamó en alta voz:
-Oy. ¡Que sed tenía!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario