La isla de Lanzarote, dentro del Archipiélago Canario, es reconocida como el centro más importante en la práctica del juego de la bola, por lo que también se denomina a esta modalidad bolas conejeras. Se piensa que desde aquí, pudo difundirse a otras islas como Tenerife y Gran Canaria con las emigraciones de lanzaroteños de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, para la construcción de los puertos de ambas capitales.
Dentro del espacio de juego se señala el «rayo», lugar desde el que se han de realizar los lanzamientos, manteniendo al menos un pie detrás de él.
La bola canaria se inicia eligiendo color y sorteando cuál de los dos equipos lanza el miche, acción que se realiza desde el rayo por un jugador del equipo al que le haya tocado en suerte.
Ese mismo jugador tiene que tirar la primera bola, y siempre que la bola tirada quede entre los límites del campo, la siguiente bola la arrojará el equipo contrario, que dejará de lanzar bolas cuando consiga que una de sus bolas sea la más próxima al boliche.
Cuando se lancen todas las bolas, se suman tantos puntos como bolas de un mismo equipo estén más cerca del miche que la más próxima del equipo contrario.
El partido termina cuando uno de los dos equipos llega a 12 puntos, a 18 ó 24 en los campeonatos de las fiestas. En algunas zonas del norte de la isla de Lanzarote se jugaba a 15 puntos.
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