C. Díaz
Las Palmas de Gran Canaria
El cuerpo de José Miguel Santana, que cayó al mar en la costa norte de Gran Canaria el pasado viernes, ha sido recuperado después de tres días desaparecido. Una vez más, Sandokán colaboró en el rescate de este vecino de Costa Ayala.
Una vez más Sandokán ha vuelto a ser protagonista en el rescate de una persona desaparecida en el mar, aunque lamentablemente en este caso no se pudo hacer nada por salvar la vida al ahogado. Se trataba de José Miguel Santana Carrillo, de 48 años de edad y vecino de Costa Ayala, que cayó al agua el pasado viernes 4 de enero mientras paseaba por la costa de esta localidad del norte de Gran Canaria.
El aviso se dio poco después de que cayera al agua, sobre las once de la mañana, ya que unos vecinos del pueblo lo vieron luchar contra las olas. El mal tiempo, con fuertes vientos y grandes olas, dificultó las tareas de rescate del fallecido, que fue encontrado el lunes por la tarde en la misma zona en la que desapareció.
Efectivos de la Guardia Civil, Policía Local, Cruz Roja y Protección Civil aunaron esfuerzos para intentar recuperar el cuerpo disponiendo de un helicóptero, un barco y un equipo de submarinistas, aunque todo fue en vano, puesto que el mal estado de la mar impidió utilizar todos los medios. Por ello, se tuvo que esperar a que amainara el temporal y poder salir al rescate.
Pero fue Sandokán quien localizó el cuerpo ya sin vida días después de la desaparición. «Dos días después de desaparecer, la marea trajo el cuerpo hacia la arena, aunque volvía a arrastrarlo mar adentro», narra Sandokán. «Tal y como estaba la marea, con mucho reboso, no se podía uno meter en el agua antes», comenta.
«Hasta seis veces se vio aparecer el cuerpo entre unas rocas. Nunca había visto algo así, pero es que el acceso es muy complicado porque la marea no dejaba salir, y cuando bajaban a buscarlo las olas ya lo habían arrastrado de nuevo mar adentro», comenta.
El lunes por la tarde, cuando los efectivos de rescate ya se habían ido del lugar, los familiares vieron aparecer de nuevo el cuerpo, por lo que llamaron a Sandokán. «La familia me llamó desde que lo vio. Salí con la barca desde el Puertillo y en diez minutos ya estaba en Costa Ayala», subraya.
Muchos vecinos ya están acostumbrados a las salidas de Sandokán, por lo que cuando le ven venir corriendo a la playa le ayudan a preparar la barca para salir en busca de alguien. «La gente preparó el barco en seguida, y no tardamos nada», señala, «y el humo de la bengala marcaba el lugar donde lo vieron salir a flote por última vez».
«La marea es como un cementerio santo», explica Sandokán, «deja que aparezcan algunos cuerpos, y otros no salen jamás». Al menos, los familiares y amigos de José Miguel Santana podrán darle sepultura y llorar su muerte después de la tortuosa espera.
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