domingo, 31 de mayo de 2009

El enigma de la modorra. La epidemia de los guanches

La Medicina en los Libros y Literatura
Título: El enigma de la modorra. La epidemia de los guanches.
Autor: Conrado Rodríguez-Martín y Justo Pedro Hernández González.
Editorial: Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2005. 176 páginas.
Autora de la reseña: Carolina Botella Dorta

UNA CITA (que justifique el por qué de esta reseña) Y UNA DEFINICIÓN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA (por si alguien no sabe el significado de la palabra guanche)

Una profesión que desconoce su Historia, es algo tan anómalo, como un hombre sin memoria, que no guarda el menor recuerdo de los hechos de la vida pasada.1

Guanche. Se dice del individuo perteneciente a la raza que poblaba las islas Canarias al tiempo de su conquista.

LOS AUTORES

Conrado Rodríguez-Martín es Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de La Laguna y Director del Instituto Canario de Bioantropología. Así mismo, es presidente del Comité Mundial de Estudios sobre Momias, vicepresidente de la Asociación Española de Paleontología y directivo de la Paleopathology Association (con sede en Detroit, E.E.U.U.). Ha publicado más de un centenar de trabajos.

Justo Hernández efectuó la carrera de Medicina en las Facultades de Oviedo y Sevilla, licenciándose en esta última. Entre 1987 y 1992 realizó los estudios de doctorado en Historia de la Medicina y Documentación en el Instituto López Piñero. En 1992 se incorporó a la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna como docente de la asignatura de Historia de la Medicina. Desde 1997 es doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia. Además, preside la Sociedad Canaria de Historia de la Medicina.

LA MODORRA

Desde finales del otoño de 1494 hasta el invierno de 1495 la población guanche de la isla de Tenerife sufrió la epidemia de una enfermedad que los conquistadores españoles llamaron modorra (o también, aunque menos comúnmente, moquillo, morriña o simplemente pestilencia). Conrado Rodríguez-Martín y Justo Hernández intentan averiguar, con su minucioso trabajo, qué fue la modorra de los guanches y a qué enfermedad de las conocidas actualmente podría equipararse. Para ello, además de rastrear exhaustivamente los distintos significados del término modorra a lo largo de la historia, también han estudiado los síntomas principales de la condición patológica y, en el caso que nos ocupa, estos aparecen en unas pocas fuentes históricas. El más claro es Viera y Clavijo [1776] quien afirma que predominaban tres síntomas sobre los demás:

  • Fiebre alta (Viera se refiere a ella como fiebre maligna).
  • Pleuresía aguda, a la que los españoles denominaban en aquella época dolor de costado o punta de costado.

  • Coma letal (sueño veternoso en el lenguaje de Viera), que ocurría en la etapa final de la enfermedad y que llegó a ser el síntoma preponderante. Dado que los españoles denominaban modorra a cualquier cuadro que cursara con letargo o coma, no es extraño que todo el síndrome fuera conocido por este nombre a falta de uno mejor.

LA HIPÓTESIS

Una vez recopilados los datos, se imponen la reflexión y el diagnóstico diferencial: ¿poliomelitis, tripanosomiasis africana, encefalitis, fiebre amarilla, peste, fiebre tifoidea, tifus exantemático epidémico, rabia, viruela, varicela, escarlatina, sudor inglés, sarampión, gripe?

Según los autores, la modorra o moquillo de los guanches fue una epidemia de gripe complicada con neumonía y con un tipo o variante de la encefalitis letárgica de Von Ecónomo. Para aventurar esta hipótesis se basan en que las características de esta gripe y sus complicaciones quedaron descritas por los testigos presenciales (los conquistadores castellanos), los cronistas de la conquista y los historiadores posteriores que, sin dar datos clínicos excesivos, sí que fueron en algunos casos bastante claros al señalar los cuatro síntomas principales de la epidemia (fiebre, rinorrea, neumopatía probablemente de tipo neumónico y letargia), y otros al darle un apellido a la enfermedad, para unos modorra (significando claramente el estado letárgico del enfermo) y para otros moquillo (apuntando hacia la rinitis y secreciones nasales junto con un cuadro gripal general). A ello hay que añadir lo también narrado por las fuentes acerca de la rapidez del proceso, lo abrupto de su debut clínico, y las altísimas tasas de morbilidad y mortalidad.

  1. Ventosa F. Depurar lo histórico. Citado en: García M J, Valle J I, Claret A. Las fuentes para el estudio de la Historia de la Enfermería en España. Index de Enfermería 1997; 7: 60-1.

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