En Gran Canaria, como en el resto de las Islas, la arquitectura que se dio en un principio estuvo muy influenciada por los primeros pobladores
que llegaron tras la Conquista, que no sólo eran andaluces y
portugueses, sino también de Castilla y el norte peninsular, así como
de Génova, Flandes o Inglaterra. Más tarde fue tomando su propio
carácter con algunos cambios de elementos en función del clima, del
medio circundante y de los materiales disponibles.
Todo ello derivó en un tipo de viviendas muy austeras y, sobre todo, muy funcionales.
Como dice el historiador Fernando Martín, “en general, nos encontramos
ante una arquitectura donde lo accesorio es poco frecuente,
resultando, consecuentemente, altamente honesta y sincera, sin excesos
ni pirotecnias efectistas. Es un edificación sencilla, sobria […],
eminentemente práctica, en función de las necesidades vitales”.
El Caserío de Veneguera es una buena muestra de la arquitectura tradicional canaria. (MC) |
Debido a los diversos estilos de vida que se
daban en su antigua sociedad, existen también diferentes tipos de
viviendas, variando entre sí tanto la arquitectura como el interiorismo.
Las diferencias las marcan, por un lado, causas socioeconómicas, que
provocan viviendas más ricas llamadas de arquitectura culta o señorial, y viviendas más pobres y modestas, sobre todo a nivel decorativo, llamadas de arquitectura popular. Por otro lado, existen unas causas medioambientales o físicas que provocan la diferencia entre una arquitectura urbana (viviendas de ciudad) y una arquitectura rural (viviendas de campo).
La estructura y los elementos originales de la
vivienda popular y rural perduraron en la Isla a través de los
sucesivos siglos. Sin embargo, no sucedió lo mismo con la vivienda
señorial y urbana que, debido a los continuos contactos con el
exterior, estuvo más influenciada por las corrientes artísticas y los
avances técnicos, lo que motivó que se modificara su estructura
original para adaptarse al estilo arquitectónico de cada momento
(barroco, neoclásico, etc.).
Materiales | Tipos de Vivienda |
Elementos arquitectónicos |
Materiales
Las viviendas se construían con piedras, barro, cal y madera.
Se colocaban las piedras sin labrar unas sobre otras formando los
muros de la casa, unidas con mortero de cal o barro y con pequeñas
piedras (‘ripios’) en los huecos que quedan entre ellas. Este proceso
era fundamental para que no se desmantelara la estructura.
En los lugares con mejores condiciones económicas, la cantería empleada
era con piedra labrada, para esquinas, pavimentos o marcos de puertas y
ventanas. La ‘piedra azul’ de las canteras de Arucas era muy apreciada
para estos trabajos.
Tanto la cal como el barro fueron empleados como mortero o producto impermeabilizante. La cal,
mezclada con la tierra, se empleó en cubiertas de torta para
impermeabilizar y para encalar las paredes de las viviendas a modo de
mortero. El barro se empleó para lo mismo, incluso,
mezclándose con cal. Además, se usó para realizar pavimentos de tierra
apisonada al mezclarla con excrementos de vaca.
Los hornos de cal tuvieron su importancia en la Isla, ya que mezcla de la cal y tierra se utilizaba para encalar las paredes de muchas viviendas. Horno de cal de Arinaga. (MC) |
La madera se empleaba,
fundamentalmente, para hacer los techos, escaleras, puertas, ventanas,
balcones y el mobiliario. La del pino canario era muy apreciada y
utilizada, de la que se obtenía la ‘tea’ (madera muy resistente). Por
su elevado coste, se daba más en casas de propietarios pudientes
(viviendas señoriales) que en las de humildes campesinos (viviendas
populares).
Las tejas se hacían con una
mezcla de barro, paja y arena de barranco que, después de moldearla, se
guisaba en el horno. Generalmente, tras hacer esta mezcla, a la pasta
resultante se le daba forma con el muslo, de ahí su forma curvada.
Luego, para endurecerlas, se introducían en el horno, también hecho de
manera artesanal. Existieron bastantes por toda la Isla; hoy,
salpicando el paisaje como vestigios de este pasado rural.
Del uso de estos materiales, se configura el
particular cromatismo externo de la vivienda canaria: el blanco en las
paredes encaladas, el marrón de las maderas, el gris o el amarillo de
las piedras y el rojo más oscuro de los tejados.
Tipos de vivienda
Existen tres tipos diferentes de viviendas tradicionales: la casa cueva, la casa terrera y la de dos plantas.
Las casas cuevas han sido
habituales en Gran Canaria desde antes de la Conquista, siendo
utilizadas por los aborígenes canarios aprovechando oquedades naturales
o excavadas en la roca. Posteriormente fueron reutilizadas por los
colonos más pobres y, debido a sus buenas condiciones de habitabilidad,
han seguido excavándose para ser habitadas hasta mediados del siglo
XX. Suelen tener una división interior de espacios, separando los
dormitorios de otras estancias, incluso, tienen huecos excavados en las
paredes a modo de alacenas. Las más recientes añaden muchos elementos
modernos. Se parte del hueco en la roca para construir el resto de la
casa hacia el exterior. Son numerosas en Artenara, Gáldar, La Atalaya
de Santa Brígida, Telde, etc.
La casa terrera o de una sola
planta es la vivienda por excelencia del asentamiento en la Isla. Era
la más frecuente, pudiendo ser con azotea o con tejado a dos o cuatro
aguas y habitada por personas de cualquier estrato social. La
dimensión, distribución y materiales empleados en la construcción de la
vivienda variaba en función del nivel económico del propietario. Las
más humildes eran de menores dimensiones, en solares pequeños, con una o
dos habitaciones; sin embargo, las de los medianos propietarios eran
más grandes y con una distribución interna diferente. Tenían un cuarto o
recámara a la entrada o dos cuartos divididos por un pasillo o zaguán.
También una sala y un patio o traspatio, donde a veces se situaba un
pozo y los corrales. Desgraciadamente, en la Isla (y prácticamente en
toda Canarias) no se ha conservado ninguna vivienda de este tipo
anterior al siglo XIX.
La casa de dos plantas solía
ser la de las familias importantes de la zona. En ámbito rural, se
localizan en grandes fincas de explotaciones agrícolas, y en zonas
urbanas, en el entorno de la iglesia o de la plaza principal. Las
Palmas posee un número muy importante de estas viviendas en su barrio
Vegueta, donde destacan como las más antiguas la Casa Moxica-Matos, la
Casa del Deán, la Casa Regental y la del Canónigo (todas del s. XVI).
Existen también ejemplos en otros municipios, como Telde, Teror o Guía.
Representan un símbolo de poder y pertenencia a un grupo social
definido, destacando por sus grandes dimensiones y estructura realizada
con materiales de calidad.
Las viviendas que se encuentran en zonas
rurales, como la Hacienda Hoya de Pineda en Gáldar, poseen además otras
estancias relacionadas directamente con las labores del campo, como
graneros, caballerizas, alpendres, etc., así como jardines y varios
patios. La casa señorial de campo es una mezcla de casa urbana, por sus
elementos cultos, y rústica, por una mayor aceptación de las
influencias populares. Posee dos o más habitaciones en el piso inferior
que pueden servir de bodega, con una escalera que desde el patio da al
corredor. En torno a este patio o traspatio, se encuentra la cocina y
el horno, y las salas superiores sirven tanto de habitación como de
granero; dependiendo de las características del lugar, suelen estar
rematadas por una azotea. Las viviendas de dos plantas, de propietarios
con menor poder adquisitivo, son más pequeñas y se construyeron con
materiales de menor calidad.
Elementos arquitectónicos
En algunos casos, puertas y ventanas de madera, destacan por su sencillez y austeridad. (MC) |
Algunos elementos de las viviendas
tradicionales canarias han destacado, en algunos casos, por su belleza y
singularidad; en otros, por su sencillez y austeridad, dignos de
mención de manera independiente. Es el caso de las puertas, ventanas,
balcones y almenas.
Las puertas de las
construcciones más sencillas son de una sola hoja y con una tabla lisa.
En las de mayor nivel económico, son frecuentes las tachonadas, donde
los clavos sustituyen a los cojinetes como motivo decorativo.
Las ventanas más frecuentes
son las de cojinetes, derivadas de la celosía, de origen árabe, y la de
guillotina, con dos hojas, fija la superior y móvil la inferior, de
origen español o portugués. Menos frecuentes son las ventanas de
corredera, cuyas hojas se deslizan en sentido horizontal.
Los balcones canarios son el elemento de la arquitectura tradicional más conocidos. (TB)
|
Los balcones son los
elementos más característicos y más conocidos de la arquitectura
tradicional canaria, apareciendo en la Isla desde los primeros años
tras la Conquista y presente en todo tipo de viviendas de diferente
nivel económico. El balcón canario tiene influencias de los dos tipos
que existen en España: el balcón romano y el árabe, aunque tras su
aparición surgen diversas variantes que le dan cierto carácter. Su
función no sólo es para mejorar la ventilación de la casa y para
propiciar sombra, sino que se trata de un símbolo de ostentación del
propietario. Se suelen colocar en la fachada sobre la puerta de entrada
y, en ocasiones, está decorado con diferentes molduras. Hay varios
tipos de balcones: los de balaustres torneados o planos en el antepecho,
los de celosía, los que tienen el antepecho cerrado, los de listones
cruzados o los cubiertos por cristales.
Un elemento característico y llamativo son las almenas
que, dependiendo del número que exista en la portada de la casa, será
de un propietario con unas características determinadas. Si la casa
tiene una sola almena, quiere decir que el dueño es un castellano
antiguo que no ha tenido en sus antepasados antecedentes árabes,
musulmanes o judaicos. Si, por el contrario, la casa tiene tres
almenas, se trata de una familia hidalga, de la pequeña nobleza,
garantizando con ello su “limpieza de sangre”, títulos, pertenencia a
una orden militar o a otro grupo de relevancia social.
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