Son
los felices poseedores de oídos supersónicos, mentes catalizadoras,
ojos escrutadores y lenguas a la vinagreta. Son parte activa e
integrante de una familia tipo y le puede suceder a cualquier hijo de
vecino. Actúan en el más severo anonimato y no están por dar la cara ni
de casualidad, y eso que los caracteriza el rostro de piedra.
Se los avizora con facilidad porque los colmillos se le asoman por el rictus de sus bocas. No le hacen asco a nadie, cualquiera puede caer en su lengua viperina.
Se los avizora con facilidad porque los colmillos se le asoman por el rictus de sus bocas. No le hacen asco a nadie, cualquiera puede caer en su lengua viperina.
Espeluznantemente
ingeniosos y avispados. Tienen una coraza que resiste cualquier misil
que se les envíe a modo de correctivo. No escarmientan bajo ningún tipo
de amedrentamiento y no entran en razones por más que tratemos de
imponerles la ley y el reglamento. Brotan como hongos en cualquier
ámbito y no respetan estratos sociales, razas, credos y otras yerbas.
Expertos
en tergiversar, lo que ha escuchado u oído, a la hora de desparramarlo
cual reguero por los lugares donde suele frecuentar y que, por lógica,
es su zona de influencia. Para perdurar y persistir, deben superar a
todos los medios electrónicos e informáticos en el momento de difundir
sus cochinadas.
Lo
peor que se puede hacer con un chismoso es prestarle atención, es la
forma de legalizar sus palabras y, si las retransmitimos a quienes nos
atiendan, nos transformamos en meros repetidores de sus invenciones.
Aunque
actúan en la más tabicada clandestinidad, se sospecha que el
almacenero, la mujer del quiosquito, el que levanta quinielas, el
taxista y la jubilada de la esquina, conformarían una de las células que
configurarían la siniestra usina de rumores que está asolando su
barrio. Obsérvelos y se dará cuenta de lo que les decimos, no se
distraiga.
Hay varios tipos de chismosos:
Hay varios tipos de chismosos:
- El chismoso colador: Depura y exprime el suceso acaecido hasta dejar lo sustancioso, lo útil.
- El chismoso relator de fútbol: te cuenta todo sin tomar aire, a los gritos y con mucho público.
-
El chismoso yanqui: Tiene satélites, sistemas de espionaje,
colaboración a lo largo y ancho de su entorno social y mucho más allá.
- El chismoso Pilato o clásico: Te expone ante las masas, te descuartiza, te enjuicia, te condena y después se lava las manos.
- El chismoso Chavo del ocho: Es el que dice los chismes “sin querer, queriendo”.
-
El chismoso elitista: Alardea de que sólo maneja y lanza chismes de los
altos niveles del poder político, religioso, militar y económico.
- El chismoso David: Son capaces de derribar a un gigante con un pequeño chisme bien colocado (tienen una puntería prodigiosa).
-
El chismoso sofisticado: Aprovechan la reunión social, el té de canasta
o la tarde de café para ejercitar la serruchada de piso, la crítica
despiadada, el chisme.
Ninguna
de estas clasificaciones tiene una pureza absoluta, hay quienes reúnen
en su actuación dos, tres o todas las tipologías de los chismosos. Pero,
sin excepción, tienen una característica común: tiran la piedra y
esconden la mano.
La
lengua del chismoso es una bomba de tiempo, cuando explota pretende
denigrarte, descalificarte, cuestionarte, ponerte en entredicho.
El chismoso generaliza un hecho aislado. Lo desfigura, le aplica la ley de la hipérbola y como bola de nieve lo envía cuesta abajo entonces, inevitablemente, crecerá al transitar por otras lenguas calientes que lo harán crecer a voluntad.
El chismoso generaliza un hecho aislado. Lo desfigura, le aplica la ley de la hipérbola y como bola de nieve lo envía cuesta abajo entonces, inevitablemente, crecerá al transitar por otras lenguas calientes que lo harán crecer a voluntad.
Los
chismosos son omniscientes, están en todas partes, elocuentes y
extrovertidos, dramatizan a la perfección con gestos, poses y tonos de
voz magistrales.
El
chisme, desgraciadamente, tiene efecto dominó, se sabe como comienza
pero se desconocen sus connotaciones finales. Se desparrama con tanta
velocidad y presteza que no da tiempo a ningún tipo de reacción. Posee
la facultad propulsiva, dependiendo de la lengua que lo originó, de
desplazarse a la velocidad de la luz y desintegrar la barrera del
sonido, es como una onda expansiva, un verdadero tsunami, si uno no se
pone firme, lo destruye, lo arrasa, lo sofoca.
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