viernes, 7 de marzo de 2008

«ARUCAS, Y LA VISITA DEL NUNCIO DEL PAPA TEDESCHINI»

«ARUCAS, Y LA VISITA DEL NUNCIO DEL PAPA TEDESCHINI»

El 1 de julio de 1930 la capital de Gran Canaria se vestía de gala para recibir al Nuncio de su Santidad en España Federico Tedeschini (1873-1959).

Diplomático Pontificio, nació en Antrodoco - Italia, el 12 de octubre de 1873. Al subir al “trono” Benedicto XV, Tedeschini fue nombrado sustituto de la Secretaría de Estado, Secretario de Cifra y Consultor del Santo Oficio.

El Papa Benedicto XV, para premiar sus servicios en la Curia Romana, lo nombra Arzobispo de Lepanto el 30 de abril de 1921 y Nuncio de la Santa Sede en España, cargo que ostentó hasta 1936.

Una multitud emocionada esperaba en el muelle a la vez que una numerosísima comitiva de autoridades civiles, militares y religiosas formaban, a ambos lados, donde desembarcaría el Nuncio.

La representación de Arucas estuvo encabezada por el marqués de Arucas Ramón Madán.

Mientras, Arucas se preparaba para recibir a tan ilustre huésped levantando arcos triunfales y engalanando balcones y fachadas con banderas españolas y vaticanas.

Al desembarcar del cañonero “Canalejas”, puesto a su disposición por el gobierno de Su Majestad Alfonso XIII, se formó un gran revuelo y entre gritos de ¡viva el Nuncio! y salvas de honor se trasladaría a la Catedral acompañado de los obispos de Tenerife Fray Albino González Menéndez y de Canarias Miguel Serra y Sucarrats.

Tedeschini, como Nuncio del Papa en años difíciles para España, tuvo que lidiar con el gobierno republicano (laico) y luego con los generales que prepararon el Alzamiento Nacional del 18 de julio.

En los años de la república ya era más que conocida su aversión a los regionalismos tanto vasco como catalán.

En 1928, en plena dictadura de Primo de Rivera, llegó a dictar unos decretos castigando delitos (inexistentes) del clero catalán como, supuestamente, negar la absolución a los que confesaban en castellano.

Los obispos catalanes declararon la verdad y, al caer la dictadura de Primo de Rivera, aquellos decretos se retiraron con lo que el Nuncio quedó en entredicho.

La ultraderecha tampoco perdonaría a Tedeschini que, como Nuncio, siguiendo instrucciones de la Secretaría de Estado, hubiese tratado de conciliar el Vaticano con la República.

Una vez terminados los Oficios religiosos en la Catedral, Tedeschini y las autoridades de la isla seguirían visitando el ayuntamiento capitalino.

El 3 de julio la gente seguía asistiendo, en masa, a la Plaza de Santa Ana de Las Palmas para ver al representante del Papa. Este día emprendería una excursión por las localidades del interior de la isla.

Arucas ya estaba preparada. La gente se preguntaba por dónde vendría, hasta que se supo que por la carretera de Teror a Arucas, ya que después de visitar la Basílica del Pino de regreso a Las Palmas estaría unas horas en Arucas.

A lo largo del camino la gente humilde se suma a la fiesta embelleciendo con guirnaldas de papel, modestos tributos de afectos más conmovedores, si cabe, por su humildad.

Al grito de ¡ya viene! los vecinos comienzan a agruparse en la calle de entrada a la iglesia entre un gran estruendo de voladores.

Eran las tres de la tarde cuando Tedeschini entró en Arucas triunfalmente. La comitiva paró en los laterales de la iglesia donde fueron recibidos por las autoridades locales encabezada por el Alcalde Antonio Rodríguez Uribe.

Al descender del coche el ilustre visitante, la banda de música tocó la Marcha Real (Himno Nacional), millares de voladores ensordecieron el espacio y repicaron las campanas.

El delegado pontificio bendijo las filas de niños y niñas de las escuelas nacionales, los del colegio de La Salle y al público que agitaba banderitas de papel entrando en la iglesia, bajo palio, cuyos varales llevaban los hermanos de la Cofradía del Carmen en unión de los obispos de las diócesis Nivariense y Canarias, ilustres acompañantes, el Párroco de Arucas Francisco Cárdenes, el Coadjutor Francisco Hidalgo, el Presbítero Pedro Marcelino Quintana y el Párroco de Montaña Cardones José Déniz Rodríguez.

La tarde penetraba a raudales por los ventanales de la iglesia de San Juan Bautista invadiendo el templo dorado por el sol.

Lleno de emoción por el gran recibimiento que se le había dispensado en Arucas desde el altar dirigió el siguiente discurso a la multitud ingente que invadía el templo:

“Queridísimos Hermanos: correspondo con toda mi alma al saludo que me ha hecho vuestro digno alcalde. Agradezco con toda mi alma, vuestro afecto a la persona del representante del Papa. Acabo de llegar de Teror donde he contemplado a la dulce Reina de Canarias cuya protección se extiende sobre esta Vega privilegiada. He admirado las riquezas que posee esta simpática ciudad de Arucas, emporio de riqueza de la isla, que parece un nuevo paraíso.

Os felicito a todos, a vosotros próceres de Arucas, al pueblo todo, tan católico y entusiasta que habéis levantado este hermoso templo que es vuestro orgullo y lo será de vuestros hijos. Muchos templos posee España, ricos en artes, pero son obras del Siglo de Oro de nuestra raza, pero como templo de construcción moderna ninguno he visto mejor que el vuestro. Os bendigo a todos, grandes y pequeños. Sed siempre fieles a la generosidad de Dios y seréis felices aquí y en el cielo”. Impartiendo al final del discurso la bendición al pueblo.

Luego, saldría a la calle hasta llegar a la Plaza de San Sebastián desde donde contemplaría, entre incesantes vítores y aclamaciones, el soberbio aspecto de la ciudad.

Antes de volver al coche para iniciar el regreso a Las Palmas, Federico Tedeschini, el hombre, se quedó contemplando la iglesia de San Juan Bautista un largo rato y no pudo menos que exclamar: “¡Qué bellamente se eleva a Dios!”. Y en tan pocas palabras lo dijo todo.

FOTOGRAFÍA: Autoridades con el Nuncio en la Plaza de San Sebastián (actualmente Plaza de la Constitución).

1. Federico Tedeschini. 2. Obispo Miguel Serra y Sucarrats. 3. Alcalde Antonio Rodríguez Uribe. 4. José Déniz Rodríguez (Párroco de Montaña Cardones).

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