domingo, 21 de junio de 2009

Flojo de muelles

Flojo de muelles




Cheche Dorta
domingo, 11 de noviembre de 2007
Decíase de la persona, varón o hembrita, que padecía de flatulencias o de descontrol de los esfínteres en tiempo y forma y que por el ruido y la furia dejaban una estela de olor y de color que no se lo deseo ni a mi mejor enemigo. Repito: ni a mi mejor enemigo.



Dicho lo cual, hay que explicar que esta frase entronca (...) con una época no muy lejana, después de la llegada del cilindro avasallador, que apareció aplastando todo tipo de piedras que hasta ese día habían aguantado los embates del cíclico pendular del reloj de la torre y sus campanas. ¡Ños¡ Y digo ños, porque resume como nada el asombro de la grey infantil que asistía al alumbramiento de las máquinas de guerra que conformaron un antes y un después.



La persona floja de muelles tenía su padecer porque cada cual tiene su cruz y este traumatismo amorosado, mostrábase en velatorios en forma de peos y gufes; en prisas por salir del recinto, a desahogar, mientras la parentela se disculpaba, entreteniendo al vecindario convidando a base de coñac a los hombres y anís a las mujeres. Pero no se puede olvidar la atmósfera que dejo para siempre lo que parecía ser, hasta ese preciso instante, una persona de respeto.

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