jueves, 7 de agosto de 2008
COMO VINIERON LOS GUANCHES ( III)
Buenaventura Rodríguez Rivero *
En el primer artículo indicamos el más que probable origen africano de los guanches, pero expresamos los inconvenientes para explicar su travesía marítima desde Africa.
En el segundo artículo aventuramos la idea de que quizás los guanches no vinieron a través del mar, sino que lo que hoy conocemos por Canarias eran simples montañas o terrenos elevados de una otrora más amplia costa africana. Las islas se formarían al subir el nivel de las aguas, quedando los guanches aislados entre sí y del continente africano.
Existen algunos indicios que aportan consistencia a esta idea.
El primer indicio lo aportan las investigaciones paleo climáticas, que indican que el nivel del mar ha estado subiendo desde que finalizó la última glaciación (hace unos doce o catorce mil años). Hay discrepancias en cuanto a la magnitud de esta subida del nivel del mar, pero la mayor parte de los investigadores la sitúan entre los cien y los doscientos metros. Las mayores profundidades que encontramos hoy en día entre las islas y entre estas y África se explicarían por la acción erosiva de las olas y de las corrientes a medida que el mar iba ascendiendo.
Por otro lado, paleontólogos de la universidad de Cádiz han descubierto que durante el paleolítico hubieron contactos entre grupos humanos del sur de la península ibérica y el norte de África. Hasta ahora los paleontólogos creían que el estrecho de Gibraltar habría sido una barrera infranqueable para los primitivos seres humanos que querían viajar a Europa, debido a las mismas dificultades que encontrarían los guanches para viajar desde África hasta Canarias. Se había supuesto que los primitivos pobladores de Europa habían llegado desde África a través del corredor Sirio-Palestino. Pero si esto hubiese sido así, para poder llegar al sur de la península, habrían tenido que transcurrir un número enorme de generaciones, de tal forma que las diferencias culturales e incluso físicas que tendrían los pobladores de ambas orillas del estrecho deberían ser muy notables.
Sin embargo, las similitudes encontradas entre los yacimientos arqueológicos del sur de Andalucía y los de Ceuta, obligan a los científicos a aceptar la idea de que quizás el estrecho no fuese una barrera infranqueable, posiblemente debido a que el nivel de las aguas fuese muy inferior al actual, estando al descubierto tierras que hoy están sumergidas.
Estos son sólo indicios que apoyan la posibilidad de que Canarias formara parte de la costa africana. No son pruebas concluyentes. En otras palabras, dan consistencia a la idea pero no la confirman.
Para tener una prueba sólida que confirme esta unión, tenemos que encontrar evidencias incuestionables de que esta conexión terrestre existió en el pasado y, si es posible, determinar en qué momento se rompió.
Estas evidencias nos las puede aportar la biología molecular aplicada a algunas especies animales que habitan tanto en Canarias como en el continente.
Se trataría de aplicar lo que en biología se conoce como "reloj molecular", cuyo principio de funcionamiento es relativamente simple.
Cuando una población animal se aísla de otra, se impiden los apareamientos al azar entre los individuos de las dos poblaciones, generándose diferencias entre los genes de los dos grupos animales. Con el tiempo, esas diferencias en la información genética se van acumulando, de tal forma que es posible determinar el tiempo transcurrido desde que se produjo el aislamiento.
En otras palabras, si analizamos el material genético de determinadas especies animales de Canarias y de África, podríamos determinar no sólo el grado de vinculación que tienen, sino que además determinaríamos el tiempo transcurrido desde que se separaron las poblaciones de las islas y las del continente.
Con este tipo de pruebas aplicadas a poblaciones humanas, algunos antropólogos pudieron a determinar el origen bereber de los guanches.
El problema está en encontrar cuales son las especies animales que necesariamente tendrían que venir por tierra desde el continente. Es decir, aquellas que no podrían venir por sus propios medios o de manera fortuita a través del aire o del mar y además no deberían haber sido introducidas por el hombre de una forma voluntaria o como polizones en barcos.
Para dar una mayor fiabilidad a las conclusiones de esta investigación deberíamos encontrar datos coincidentes en al menos dos especies animales. Sería una casualidad increíble que dos especies llegasen al mismo tiempo a una gran parte de las islas por medios absolutamente fortuitos.
Existe (todavía) en Canarias al menos una especie animal con la que se podría realizar esta investigación, pero corre el peligro de desaparecer en algunas islas.
Los registros de nuestra historia se conservan no solo en los yacimientos arqueológicos sino también en nuestra flora y fauna.
Hasta ahora hemos destruido en aras de un falso progreso una parte importante de estos registros. Por eso, tenemos que darnos alguna prisa antes de que terminemos acabando con lo poco que nos queda.
El responsable de estos artículos es un biólogo interesado en un tema en el que no puede considerarse un experto, por lo que seguramente esta serie de artículos presentarán algunos errores. Pero mientras no existan pruebas concluyentes que aclaren la forma en que llegaron nuestros antepasados a estas islas, cualquier hipótesis razonable puede ser válida.
De lo que estoy convencido es de que la investigación biológica puede ayudar a resolver uno de los grandes misterios que nos quedan por resolver en Canarias: como vivieron los guanches.
* Lcdo. Biología Celular y Molecular
buenaventurarr@hotmail.com
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